3 de abril de 2017

Las vueltas del tiempo

La terquedad
Dramaturgia y dirección: Rafael Spregelburd

Josefina Sartora


La terquedad se inscribe dentro de la serie de obras de Rafael Spregelburd Heptalogía de Hieronymus Bosch, inspiradas en la pintura del maestro, con su peculiar visión de los pecados capitales, todas de largo aliento, con abundancia de personajes y parlamentos. Así fue La estupidez, El pánico y otras. Esta obra fue un encargo en Frankfurt, y fue presentada allí y en otras ciudades de Europa previo a su estreno en Buenos Aires.

La sala del teatro Cervantes es el ámbito perfecto para esta obra ambiciosa, hiperbólica, que aborda diversos temas con trece personajes, largos y complejos diálogos, y que si bien transcurre en el ámbito de una casa, traslada la acción de la sala a un dormitorio y de éste al jardín, con un escenario giratorio de dos plantas, lo que implica una compleja coreografía.

No es sólo la terquedad o el empecinamiento lo que trata esta obra polifacética que transcurre en un Valencia durante la Guerra Civil española: la guerra –y los intereses espurios y particulares que se mueven con ella-, el fascismo, el poder y el autoritarismo, los conflictos sociales, la lengua, el melodrama familiar,  pero por sobre todos ellos, trascendiendo la historia, el paso del tiempo. Porque lo que sucede transcurre en aproximadamente una hora, con unidad de tiempo y lugar, pero en un segundo y tercer acto vuelve a suceder en otros ámbitos: la anécdota es mostrada tres veces, con sutiles modificaciones de vestuario y modulaciones de interpretación, y cada reiteración agrega elementos e información. La acción parece transcurrir como en tres mundos o planos paralelos, en un tiempo circular. La maravillosa escenografía de Santiago Badillo permite el movimiento continuo, la profundidad de campo mostrando lo que sucede simultáneamente en los distintos planos, delante y detrás, interior y exterior, arriba y abajo.  Y la coreografía de los actores funciona a la perfección, como un mecanismo aceitado.


Un elenco de primer nivel ejecuta esos largos diálogos que abordan tantos y complejos temas: el mismo Spregelburd como el patriarca, lingüista y jefe de policía, que ha inventado una lengua universal para beneficio de la humanidad; Pilar Gamboa excelente como la hija neurótica, Analía Couceyro compone un personaje genial como la hija rebelde, Paloma Contreras sensual como la esposa, Lalo Rotavería notable como el esbirro sumiso, Diego Velázquez el cura infaltable, Andrea Garrote, Pablo Seijo, Alberto Suárez, Mónica Raiola, Santiago Gobernori, Guido Losantos y Javier Drolas, todos tienen sus momentos de lucimiento en esta obra coral ejecutada en forma impecable.

La terquedad es un ejemplo de teatro total, exquisito, moderno y audaz. Y sin embargo, en toda su excelencia llega a conspirar consigo misma, justamente por la reiteración, sostenida por el autor tercamente. Spregelburd no sólo es autor, sino también director y actor de la obra. Tal vez esta triple función le impida distanciarse para observar que la obra ganaría con una mayor síntesis. Menos es más.



Bienvenida esta señal contundente de los criterios artísticos de la nueva dirección de Alejandro Tantanian, que reúne el teatro oficial con el que fuera independiente.

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