2 de mayo de 2017

Cine argentino en el 19º Bafici

Josefina Sartora

Tradicionalmente, el Bafici era la ventana del nuevo cine argentino Los directores se apresuraban para terminar sus películas a tiempo a fin de presentarlas en abril, o enviaban sus proyectos al concurso del LAB para conseguir financiación para las mismas, y en estos días veíamos los mejores títulos que se estrenarían en el año, o al siguiente. Ya no es así. Ahora los directores ya consagrados parecen preferir el estreno en el Festival de Mar del Plata, que habría ocupado ese lugar de ventana argentina privilegiada, y lo que se presentó este año carece del nivel de años anteriores. En general, el mundo que presenta el cine argentino es un reflejo de la pura realidad, y sus personajes circulan entre la crisis y la desesperanza. Sin llegar a ser un cine político ni declamatorio, ya no abunda el minimalismo ni las errancias jóvenes como en años anteriores, aunque no faltan.


Se destacaba la presentación de El candidato, opera prima del actor uruguayo Daniel Hendler, que pasa así al otro lado de la cámara. Con su estreno postergado varias veces, por haber sido elegida para integrar la Competencia Internacional. Pero este film tan esperado resultó ser una obvia parodia de la figura de nuestro actual presidente en momentos de su preparación como figura política. Todos los detalles son gruesos: hijo de padre millonario, reúne un working team para diseñar su imagen –física y mediática- en la estancia familiar, rodeado de vacas y guardaespaldas. Por si fuera poco, tiene una mentora veterana, política mayor, rubia y voraz (la siempre excelente Verónica Llinás). En ese fin de semana de trabajo suceden muchas cosas -ninguna digna o noble- y de ellas saldrá un candidato seguro e inescrupuloso, con todas las de ganar. El film tiene algunos momentos de humor cínico, pero no trasciende.


Otra película en Competencia Internacional, Hoy partido a las 3, es un film coral dirigido por Clarisa Navas sobre un partido de fútbol femenino que ha de jugarse en un pueblo de Corrientes. Las chicas son jugadoras entusiastas, casi todas practican su lesbianismo con suelta libertad. La cámara en mano ágil registra esta gesta llevada adelante por un buen elenco que mereció un premio en su conjunto.

En Cícero impune José Celestino Campusano se traslada a un pueblo de Brasil para filmar otro melodrama que, en su primera parte, se acerca a sus primeras películas. A partir de un hecho muy actual, de violencia contra la mujer, un muchacho busca vengarse de un violador serial que ha abusado de su novia. Pero el film deriva, pierde el rumbo y desbarranca en su segunda mitad. Campusano no logra recuperar su mejor forma.

Iván Granovsky, director de Los territorios, es hijo del periodista Martín Granovsky. Este dato biográfico y particular es mencionado infinitas veces en el film, y actúa como hilo o motivador de la acción. El hijo de alguna manera emula al padre, y llega a intentar confundirse con él. Sin saber muy bien cómo ni por qué, sale a la aventura europea gracias a que su madre se la financia, en un intento de replicar la actividad de su padre, pero reconoce que su talento no llega al nivel paterno. Ergo, filma esa aventura como puede, sus intentos frustrados de ser periodista, su errático viaje por distintos territorios. Y sí, también por los territorios que Israel ocupa en Palestina, donde brota su simpatía por esta causa, sin demasiado compromiso. También Granovsky pierde el rumbo, tiende a la banalización, en un film tan errático como su recorrido.


Otra madre es una de las películas que provienen de Córdoba, y hubo varias. Dirigida por Mariano Luque, tuvo como Asistente a Iván Fund y fotografía de Eduardo Crespo, todos talentos del interior que se han destacado en otros festivales. Ultra minimalista, está dedicada a la condición femenina, vista desde sus tareas cotidianas: las domésticas, la relación  madre-hija, la familia de mujeres, los vínculos familiares, el trabajo diario. Algo fragmentaria, transmite la sensación de desesperanza o frustración, en ambientes cerrados donde las cosas tiende a encimarse, amontonarse sobre las sillas, mesas, mesadas. El film despierta una gran incógnita, y tal vez es la que sienten esas mujeres, entre las que se destacan Mara Santucho y Eva Bianco.

Iván Fund ha crecido mucho; su último Toublanc constituye un complejo trabajo concebido a partir de la personalidad de Juan José Saer, argentino entre dos mundos: París y Santa Fe. La película presenta dos personajes, dos historias, que transcurren en ambas ciudades. En París un periodista o escritor debe cubrir un hecho policial en su ciudad natal. En Santa Fe, una profesora de francés es muda testigo de la investigación de un crimen que se ha cometido cerca de su casa, mientras un caballo invade su vereda. Y un alumno intenta seducirla. Algunos elementos se repiten –además de las coincidencias en los nombres de los intérpretes, Maricel Alvarez y Nicolás Azalbert-: largas caminatas, detalles de su cotidianidad, en una película sutil y sugerente.


En la alicaída Competencia Argentina, resultó una excepción El pampero, de Matías Lucchesi, cuya opera prima Ciencias naturales había merecido varios premios. Lucchesi es acotado al filmar: en este caso, elige un espacio mínimo y cerrado -un velero- y tres actores. El comienzo es elocuente, a pesar de la ausencia de diálogos. Un hombre enfermo sale solo en su barco, y deja vivienda y pertenencias: su destino pinta negro. De manera sorpresiva una mujer irrumpe en su camino y sus planes se ven alterados, con el agregado de un intruso más. Dos hombres y una mujer en un espacio cerrado y algo que ocultar: esos elementos sostienen un drama de contenida tensión que permanece amenazante durante todo el film, con logrado clima de suspenso.
Nada sería lo que es sin la presencia de tres actores soberbios. Julio Chavez ha vuelto al cine para dar lo mejor de sí; presente en casi todas las escenas, ya hemos visto su personaje solitario y taciturno, una máscara que ha ido elaborando en films anteriores, en una búsqueda actoral, en este caso súper contenido. Pilar Gamboa es una excelente actriz, siempre, tanto en teatro como frente a la cámara. Y el uruguayo César Troncoso está a la altura de sus compañeros: compone un personaje en las antípodas del dueño del velero, un marino cínico capaz de sacar provecho de todo fallo ajeno. Es este un logrado film sin estridencias ni pretensones, con una excelente fotografía de Guillermo Nieto de los espacios dle el Tigre y de la costa de Buenos Aires, que capta las variaciones de la luz en los distintos momentos. El pampero sostiene un tono de contenida intensidad que atraviesa esta road movie en su viaje hacia la muerte.


La vendedora de fósforos de Alejo Moguillansky fue la ganadora de la Competencia Argentina y del Premio Cronistas. Un film que rebosa intelectualidad y juego, muy lejos del minimalismo, a partir de la puesta en escena de esa ópera de Helmut Lachenmann en el Teatro Colón. Walter Jacob y María Villar son esta vez quienes tienen a su cargo los incesantes recorridos que suelen ejercitar los personajes de Moguillansky por las calles de Buenos Aires. Cómo poner en escena una ópera contemporánea basada en el cuento de Andersen, cómo sobrevivir en medio de la crisis, con miradas hacia la política argentina, la alemana de los ’60 y el cine de Bresson, son elementos que se combinan en un producto artístico independiente y muy libre.

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