16 de mayo de 2018

Zucundún


Las Vegas
Dirección y guión: Juan Villegas
Argentina/2018

Josefina Sartora


Juan Villegas siempre se ha interesado por temas argentinos, con algún abordaje al costumbrismo, que trata con pericia desde la ficción y el documental. Su lograda comedia Las Vegas abrió el último Bafici y, felizmente, no tardó en estrenarse.

La película es una prueba cabal de la fuerza de los campos magnéticos que se despliegan en las relaciones interpersonales. Laura (Pilar Gamboa) llega al edificio Las Vegas, en el verano de Villa Gesell, de vacaciones con un joven. Tardamos un poquito en darnos cuenta de que Pablo (excelente debutante, Valentín Oliva-Wos) es su hijo, el hijo mayor de una madre muy joven. Las Vegas –típico edificio en decadencia de la costa atlántica- tiene historia. Allí se conocieron Laura y Martín siendo niños, relación que después derivó en ese hijo. En la acción de ese campo energético del que hablábamos, a ese mismo lugar y ese mismo día llegan también de vacaciones Martín (Santiago Gobernori) y su nueva novia, joven y colombiana. Esa es la oportunidad para que Martín revise su paternidad no asumida, y él y Laura reconsideren una relación que aún no han dado por terminada. No menos importante será la iniciación a la adultez del hijo, atraído por una chica algo mayor también vecina de Las Vegas.


La confluencia de esos cinco personajes exclusivos dará lugar a múltiples situaciones ambiguas y cómicas, con diálogos ágiles y sorprendentes, que por su verborragia recuerdan la screwball americana. El cine clásico de Hollywood está también presente en la temática del recasamiento, o del reencuentro de ex parejas con temas pendientes. Pilar Gamboa demuestra una vez más que es una de las mejores actrices argentinas. Su ductilidad aquí alcanza extremos, con una Laura excedida, histérica y sacada a veces, incluso maldita, llevada con el histrionismo de una Gamboa poco habitual, ya que la actriz suele transitar el drama más a menudo que la comedia. Hacía mucho que no me reía tanto en el cine, como en las escenas en que Laura baja enojada del ómnibus, o reacciona descontrolada ante un chico que le arroja arena, o maltrata a “la colombianita”.


Las Vegas tiene también su matiz documental: Villegas ha expresado la importancia que el balneario tiene en su propia historia, sus vacaciones juveniles en ese preciso edificio. Villa Gesell está vinculada afectivamente a su vida de manera muy íntima, y eso se hace evidente en el modo de filmarla, en el aire de nostalgia que circula por esas calles, por esas playas. Villegas muestra el balneario sin disimulos, sin disfraces, sin embellecerlo. En verdad, toda la película es muy límpida, fresca, sin subterfugios. Los personajes también están presentados con todas sus falencias a la vista, a flor de piel, y eso los hace verosímiles y reales.

No es fácil filmar una comedia divertida, con una mecánica narrativa de timing justo, y sin caer en tópicos o lugares comunes televisivos. Y Villegas lo ha logrado.

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